Salimos a cantar con todo el cole dos canciones que nos enseñó la seño de apoyo, Alejandra.
Y la que ya conocíamos del año anterior. Paz, paz, paz de Juanes.
A pesar del frío, nos gustó encontrarnos con todos los niños del cole unidos en este gran corro.
Y cuando llegamos a clase...¡qué sorpresa! Duendi nos había dejado unas coronas de pichones, como la poesía de Trato Hecho,
Que lucimos así.
Y, unas varitas mágicas, de la felicidad dulce... Y eran efectivas porque a todos se nos pudo una sonrisa de oreja a oreja, a los que les gustan las chuches porque se les hacía la boca agua, y a los que no les gusta, por lo bonito en sí de la varita o por poderla compartir con la familia.
De modo que, de nuevo, volvemos a ser ayudantes de este Duende tan especial, con la responsabilidad que ello conlleva.
Me encantan las varitas dulces, a mi seguro que también se me pondría una sonrisa de oreja a oreja ja ja y las coronas de pichones son preciosas. Estan todos guapísimos con ellas. Un abrazo.
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